Llegará el día en que sea necesario
podar una parte de tu orquídea, y seguro no querrás hacerlo. Si bien deshacernos
de una parte de la planta que hemos estado cuidando por tano tiempo puede
resultar doloroso, es preciso entender que esto también forma parte de su
cuidado, y que es fundamental que se haga.
En este post quisiera mencionar cuáles
son los tres momentos en los que se debe podar a una orquídea, así como dar
algunas indicaciones sobre cómo hacerlo.
Advertencia:
Es esencial que cuando vayas a podar a
tu orquídea utilices una herramienta esterilizada, pues no quieres llevar
enfermedades a la planta. Aquí algunas opciones a tomar en cuenta:
1. Una tijera o cuchilla desinfectada
con alcohol
2. Una tijera o cuchilla lavada en agua caliente con detergente, y posteriormente
pasada por fuego
3. Una tijera o cuchilla lavada en agua caliente con solución de fosfato
trisódico
¿Cuándo podar a tu orquídea?
1. Uno de los tallos de tu orquídea ha
dejado de florecer
Es decir, todas, todas, las flores del tallo se han caído, y este está empezando a
ponerse de color marrón, como el tallo derecho de mi querida Masdevallia Amabilis,
Isadora:
En
este caso, será necesario que cortes el tallo que ha dejado de florecer, de modo
que la planta deje de emplear energía en él –es un tallo que ya ha culminado
con su ciclo de florecimiento- y, más bien, la utilice para el fortalecimiento
de sus hojas y raíces. De esta manera, la orquídea volverá a tener un
período de florecimiento bello y saludable en el futuro.
No obstante, existen dos formas en
las que puedes hacer el corte del tallo en cuestión, dependiendo de las características
de tu orquídea y de lo que desees para ella:
a) Cortar el tallo debajo
de la altura de las hojas. Esto
permitirá que la orquídea reuna más energía en sus raíces, tallos y hojas, logrando un mejor florecimiento en el
futuro. Es recomendable hacer esto con una planta joven o con una planta con
raíces pequeñas o débiles, pues le permitirá fortalecerse.
b)
Cortar el tallo debajo de la parte que se está poniendo marrón. Si
optas por esta opción, tu orquídea podría volver a florecer pronto, sin embargo,
las flores serán más pequeñas y débiles que aquellas del florecimiento anterior. Conviene optar por este procedimiento únicamente con orquídeas cuyas raíces son grandes y
fuertes.
En el caso de Isadora, yo opté por la
primera opción, pues además de ser una planta joven con raíces muy delicadas,
quiero que guarde energía para que su próximo florecimiento sea furioso y
apasionado.
2. Uno de los tallos con capullos crecientes de tu orquídea
se ha quebrado
Y yo sé, esto es profundamente
doloroso, pero lo vas a tener que cortar. No hay posibilidad de que el capullo
de ese tallo se desarrolle, así que lo más saludable es deshacerte de él y
permitir que la energía de tu orquídea se oriente a la producción de nuevos tallos. En este escenario, puedes seguir los mismos procedimientos para podar tu orquídea que en el anterior, así que
nuevamente dependerá de las características de esta y de tus deseos como
cultivador.
3. Las hojas presentan hongos o infecciones
Existen múltiples tipos de hongos e infecciones que pueden afectar a nuestra orquídea, y en un post no muy lejano mostraré cuáles son los principales, así como modos de combatirlos. Sin embargo, en líneas generales, es preciso que cortes las hojas de tu orquídea que presenten hongos o infecciones en ellas. Esto debe ser realizado apenas se divise el daño, pues mientras más tardes en hacerlo más opción tendrá la enfermedad de esparcirse por el resto de la planta. Una vez podada la orquídea, es conveniente proceder a cambiarla de maceta, para que puedas verificar el estado de las raíces, y detectar si el hongo o la infección está también afectando a estas.
Espero que la información de esta primera parte contribuya con el cuidado de tu orquídea, y si tienes alguna pregunta u observación no dudes en comentar. Por ahora, hasta el próximo post!